martes, 1 de octubre de 2013

Rihanna versus Alexa Chung

Salíamos de una clase junto a Celeste Nasimbera, periodista de moda de la revista 90+10 y amiga, cuando nos pusimos a hablar del reciente libro de Alexa Chung. "No gasto ni dos mangos en el libro de esa insulsa", le dije. Celeste me clavó su mirada, era evidente que se lo había tomado personal. Al mejor estilo maradoniano, me amenazó: "Alexa no se mancha".

"Si hablamos de mujeres que tienen un estilo único, Rihanna le gana por goleada. Baja como nadie lo que se ve en la pasarela a la calle, aunque muy pocas pueden usar su ropa y salir airosas", me defendí. En ese momento apareció la idea de dar nuestras razones que expliquen el por qué de la elección de cada una. Ella será la abogada de Alexa, y yo, la de Rihanna. 

Rihanna se divierte con la ropa, la usa de una manera juguetona y se adueña de ella fácilmente. Un día puede usar un Chanel con las típicas perlas y aún así darle el toque Rihanna, y a las dos horas aparecerse en un club nocturno con un vestido de red transparente y una gorra de béisbol, y siempre se verá fantástica. Hay algo gatuno en ella que la hace hipnótica y que le permite caer siempre bien parada, tal como los felinos. Sabe que todo es un juego, no se toma muy en serio a sí misma y por eso es tan fresca.

Por otro lado, Rihanna tiene un costado camaleónico muy marcado que se hace evidente en su pelo. La hemos visto llevar el pelo largo y rojo, con corte pixie, la mitad de la cabeza rapada, con sus rulos naturales, con un lacio japonés e incluso con una cresta rubia. Está tan segura de sí misma, se la ve tan cómoda con su personalidad que todo lo lleva brutalmente, como si su cara fuese de arcilla: moldeable, dúctil, sin una pizca de rigidez. 

Quizás sea su baja tolerancia al aburrimiento la que la lleve a jugar tanto con la ropa y el pelo. A diferencia de Alexa Chung, que tiene un estilo fácil de copiar que inspira a miles de mujeres, sólo Rihanna puede usar la ropa que usaría Rihanna. Nadie más. Es esa condición de singularidad la que la convierte en alguien insustituible, única, one of a kind

Rihanna tiene pinta de come hombres, de femme fatale. Es la versión moderna de las Hollywood vamps de los años '30, mujeres que hechizaban con sus miradas y con su manifiesto sex appeal. Rihanna es ruda y no sigue las reglas, sólo ella puede ir con jeans rotos y una remera de algodón a una de las entregas de premios más importante de la industria musical, los MTV Awards. Fue duramente criticada por los especialistas, sí, pero hizo lo que quiso y se la bancó. 

Si las dos estuviesen en un ring, Rihanna noquearía a Alexa en el primer round. Su cuerpo curvilíneo, las piernas y muslos fuertes, no serían competencia frente al escuálido y frágil cuerpo de la inglesa. Desde siempre soy una defensora de los cuerpos con carne, cuerpos saludables que denotan vigor, contundencía y poderío. 

Por todo esto, Rihanna le gana a Alexa. No más preguntas, su Señoría.  

Un look total black y accesorios dorados.


Pantalones camuflados, borcegos y labios rojos.  


Con el pelo rojo, el look que mejor le quedaba.


Sus looks cotidianos: cómodos y tan Rihanna.


En los Grammy 2012.


Le pintó ir de jeans y musculosa a los MTV Awards y no vaciló. 


Animal print para el escenario y actitud aguerrida.


Rihanna en el desfile de Chanel.  









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