miércoles, 18 de septiembre de 2013

Una relación íntima

"A los cincuenta años mis vestidos me parecían siempre demasiado tristes o demasiado alegres; ahora sé lo que me está permitido o prohibido, me visto sin problemas. Sin placer también. Esa relación íntima, casi tierna, que antes tenía con mi ropa ha desaparecido".

Este es un extracto del libro de la escritora francesa Simone De Beauvoir, La mujer rota. La protagonista es una mujer de sesenta años que está envejeciendo, su hijo abandonó el nido y su marido se está transformando en alguien que apenas reconoce. Los años se han llevado aquellas acciones cotidianas que antes le agradaban, entre ellas, el acto de vestirse.

Rescato la parte en la que habla de "esa relación íntima, casi tierna" que antes tenía con su ropa. ¿Hay algo más privado que estar desnuda - o en ropa interior - frente al placard y decidir cuál será el atuendo para ese día? Es algo que hacemos siempre, algunos lo tienen mecanizado, como si la ropa fuese un uniforme; otros se permiten jugar y adoptar diferentes roles dentro de sí mismos. 

Vestirme es uno de los pequeños actos diarios que más disfruto, además de desayunar café y jugo de naranjas y del primer cigarrillo del día, claro. Ese momento en el que me paro frente al placard y reconozco cómo me siento es muy mío, intransferible y necesario.  

Creo no ser la única que se viste según su estado de ánimo. No siempre me siento de maravilla, y eso se refleja en mi ropa. En esos días suelo salir sin accesorios, sin una pizca de maquillaje, con los zapatos más cómodos. Pero los demás días, esos en los que me siento linda y segura, suelo elegir la ropa con más cuidado, como si quisiera respetar a rajatabla lo que mi cabeza me dice.

Pienso en la protagonista del libro de De Beauvoir y solo siento pena por ella. Perder ese momento tan privado e íntimo que una tiene con una misma es muy triste. ¿Llegará con la vejez este desgano? Otra vez asoma el miedo. Haré lo que esté a mi alcance para que no suceda. 

Por ahora, lo que está a mi alcance es un placard lleno de posibilidades y unas ganas infantiles de jugar. 




No hay comentarios.:

Publicar un comentario