miércoles, 24 de julio de 2013

"Estoy mirando, gracias".

Qué tema el de las chicas que atienden en los locales de ropa. Si entramos y no nos miran siquiera, un revoleo de ojos al menos, nos ofendemos. ¿Cómo puede ser que no nos den la bienvenida? Un 'hola, qué tal' bastaría. Si nos atosigan con la típica y trillada pregunta: ¿Te ayudo?, también nos molesta. Qué dilema.

Personalmente, prefiero siempre que me den la bienvenida y que me dejen tranquila. ¿Falta aclarar que si entro a una tienda es porque quiero ver lo que ofrece? Porque necesitar, lo que se dice necesitar (según la RAE, aquello a lo cual es imposible sustraerse/ carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida), no me pasa. Tengo suficiente ropa como para vestir a un regimiento de chicas huérfanas.  

Como ya dije en un post anterior, el acto de ir a comprar ropa es una actividad que para ser disfrutada, debe cumplir ciertos requisitos. Uno de ellos es, para mí, que las chicas que atienden no sean invasivas. Que nos miren, que estén atentas por si nosotras decidimos indagar sobre los talles, los colores, las estampas, pero nada más que eso.

Ay, cuando te quieren convencer de que te lleves ese sweater con estampa de bulldog francés porque 'se lo llevan todas'. Si supieran que es lo peor que nos pueden decir. Inmediatamente, esa prenda volverá al perchero, ¿para qué quiero algo que lo tiene todo el mundo?

Algo muy diferente sucede cuando salimos de compras con una prenda en mente. Si, por ejemplo, estamos buscando vestidos de invierno y sólo eso, ahí sí, la ayuda de las chicasqueatienden (¿hay otra manera de llamarlas?) es importante porque nos ahorra tiempo. 

Nunca les pregunto ni preguntaré cómo me queda algo porque lo más probable es que mientan y me digan 'pintado, te queda pin-ta-do' sólo porque quieren cobrar su comisión. Obviamente yo me daré cuenta que mi trasero en esa falda parece un globo aerostático, pero ellas me endulzarán los oídos diciéndome que muchas matarían por tener unas pompis tan potentes. Men-ti-ra.

Distinto es que vayamos a una tienda a comprar gafas de sol o lectura. Las personas que atienden saben bien qué es lo que mejor nos quedará según la forma del rostro, el estilo personal y hasta el color de pelo. Me pasó con mis lentes de lectura Infinit y con mis gafas de sol Carla Di Sí. En ambos casos, el asesoramiento fue crucial. 

Algo parecido sucede con los perfumes. Si queremos cambiar el de toda la vida por uno nuevo, es necesario que nos ayuden. Al decirle a la chicaqueatiende cuáles son las notas que nos gustan (cítricas, dulces, amaderadas), ella nos guiará. De otra manera, saldríamos mareadas de la perfumería.  

Sí, estoy mirando. Es mejor que no te acerques. 



¿Recuerdan la escena de Mujer Bonita en la que Julia Roberts le echa en cara a la chicaqueatiende que no la había querido ayudar cuando estaba vestida de prostituta? 
Big mistake, bitch.




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