sábado, 25 de mayo de 2013

La mujer de verde aturquesado

Ayer, durante mi visita a arteBa, me puse a pensar en los colores. O mejor dicho, en la falta de ellos en la vestimenta de la mujer argentina promedio. Ya había caminado el largo trecho que separa la entrada de rejas de La Rural con la del pabellón, cuando de repente me escucho decir 'ahhhh'. Fue una interjección de placer visual espontánea frente a la imagen de una mujer de unos 45 años vestida enteramente de un verde aturquesado.

Era única, los colores le daban ese poder hipnótico. Se ve que estaba apurada, porque ni siquiera se detuvo cuando la llamé: 'Señora'. Mi objetivo era sacarle una foto para después poder ilustrar estas palabras. Igualmente, sabía que la volvería a cruzar: con esa intención entré al pabellón. Luego de unos largos minutos, aún seguía sin encontrar a la señora de verde aturquesado, pero no me desesperé.

Recorrí la feria y por un momento me abstraje de tal manera que ni recordaba a la señora. Hasta que la vi. Estaba charlando animosamente con otras tres personas. 'Deben estar discutiendo temas de negocios', pensé y no la quise interrumpir. Tomé mi cámara y disparé. El verde aturquesado inundó la lente y quedó en la memoria para siempre. Seguí caminando con la meta de encontrar más mujeres con prendas coloridas, pero mi búsqueda fracasó. Negro, beige, azul oscuro, gris, bordó, mostaza, anotaba en mi mente al ver pasar a las mujeres. Los rojos, amarillos, rosas, naranjas, verdes, violetas brillaban por su ausencia. Sólo la mujer de verde aturquesado. Imposible olvidarla.

¿Por qué será que las mujeres argentinas nos aferramos tanto a los colores neutros? Las generalizaciones son siempre peligrosas, pero me atrevo a afirmar que más de la mitad del guardarropa de la mujer argentina es negro. Veamos, sus ventajas son varias: es una elección segura (imposible equivocarse con un vestido negro), estiliza ópticamente la figura, es formal y elegante (ideal para la vida laboral) y está siempre vigente.

Sin embargo, los colores tienen el maravilloso poder de hacernos únicas, de hacernos sobresalir y además, nos quitan años. ¿Hay algo más juvenil que los colores? El impacto que generan es tan indeleble que Valentino Garavani creó su famoso rosso al ver a una mujer vestida de rojo en la ópera. Era la única que no había elegido vestir de negro, y quedó en su retina. Los colores también inspiran a los músicos, ¿recuerdan a la canción 'Lady in Red' de Chris de Burgh?

El miércoles elegí vestirme de rojo: jeans, sweater, chaqueta de cuero, labios. El día estaba gris, había mucha neblina en la calle y el cielo amenazaba con lluvias fuertes. La elección de la vestimenta fue una manera de escapar del bajón que presentaba la jornada. Las elecciones diarias frente al placard tienen el poder de cambiar el humor: si estás triste y te quedás en tu casa en pijama, es probable que el sentimiento se intensifique. En mi caso, el rojo me hizo sentir especial de alguna manera, y ese efecto es el que amo de los colores.






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